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El hoyo negro del rock mexicano (sigue)
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En del Distrito Federal y zona conurbada se desarrolló de manera diferente, a continuación
un artículo de la revista Dimensión de Ricardo Morales de 1973
"Con un fin de semana lleno de música moderna inicio esta columna ya que el domingo 7 hubo
varias tardeadas, por diferentes rumbos de la ciudad. La que tuvo el cartel más fuerte estuvo en Lago Como 55, con Javier
y Baby Bátiz, Three Souls in my Mind, Náhuatl y Mayita. Muy buen ambiente, aunque un poco flojo de entrada. Es lógico que
no fuera mucha gente, porque ese local todavía no se acredita del todo. Esperamos que siga funcionando
ese salón. También por el mismo rumbo, nada más que en el "Santana" de Lago Chalco 77, se presentaron los Dug Dug's por última
vez en la capital, también allí tocaron Tequila y Medusa.
Por supuesto los Dug Dug´s arrasaron en su despedida. Ellos parten a una gira de dos meses
por el norte de la república. Allá son unos ídolos también y tienen un cartel bastante fuerte. Antes de marcharse, dejaron
grabado un disco sencillo que contiene las melodías: Sunshine y No te asustes (es solo amor). Ojalá éste sí
funcione fuerte en el radio, ya que Smog únicamente tuvo destellos. En Xochimilco, hubo
una tardeada, tocando únicamente el grupo Nahuales. En el Siempre los Mismo, como siempre buen ambiente, con la actuación
de Three Souls in my Mind. Antes de ellos, El Perón, que ha hecho su refugio en la avenida Ocho".
Por otro lado, de Tijuana, Baja California, ponemos un extracto de Omar Foglio Almada
de Formación de Agentes y Prácticas de Cultura en la Vida Cotidiana: Rock en Tijuana.
"A pesar de contar desde los
años cincuenta con una diversidad de músicos, grupos, promotores y foros rockeros, la ciudad de Tijuana no figura en la versión
norteamericana de la historia del rock, y en la del Distrito Federal apenas se menciona. Quizás porque las condiciones para
tomar parte en dichas vertientes históricas no sean propias del contexto tijuanense.
En diciembre de 1957 un joven tijuanense de 12 años empezó su formación en el oficio de músico.
En un centro nocturno de la Avenida Revolución, este joven llamado Javier Bátiz, desarrolló un estilo y una habilidad musical
desconocida en otras partes de la república.
Menos de diez años después Javier Bátiz, al igual que muchos otros músicos de la Revolución,
cambiaron de residencia a la Ciudad de México y transformaron la manera de ejecutar, escuchar y abordar la música rock en
el contexto mexicano. Mientras el Distrito Federal zumbaba con las melodías de Los Tijuana Five, Los Tj's, Los Graveyard y
poco después con Los Dug Dug's, El Ritual y Peace and Love; Tijuana seguía como lugar ideal para la formación de rockeros.
En esta última ciudad podías escuchar durante las veinticuatro horas del día rock en vivo.
Había músicos en los centros nocturnos que tocaban por largas jornadas; gerentes o dueños de dichos foros que coordinaban,
empleaban y publicitaban a los rockeros; y jóvenes que disfrutaban noche tras noche de la música en la Avenida Revolución.
El rock tijuanense de los cincuenta, sesenta y parte de los setenta fue posible en gran medida
por la interacción cotidiana entre los músicos, gerentes y públicos. Estas personas crearon una serie de relaciones sumamente
específicas en torno a la ejecución y apreciación de la música rockera en lugares como el Mike's Bar, Blue Note, Oscar's,
Tequila, Aloha, etcétera.
Pero no nadamás eso, mientras los rockeros de la Revolución perfeccionaban sus habilidades
musicales, construían todo un proyecto de vida en íntima relación con la calle. Entonces hubo músicos que se imaginaban trabajando
en la "Revu" hasta la muerte; otros que permanecían solamente el tiempo suficiente para graduarse de su "carrera profesional"
en miras del estrellato; y así pues, los rockeros le daban sentido a sus vidas desde el oficio. Sin
embargo el oficio de rockero en Tijuana sufrió una grave transformación a partir de los años setenta cuando los gerentes de
los centros nocturnos desplazaron a los músicos a cambio de la música Disco. La mayoría de estos abandonaron la ciudad y los
pocos que quedaron abandonaron el rock como fuente de trabajo. Las condiciones para la creación de un rockero tijuanense fueron
alteradas".
En Monterrey, Nuevo León, las cosas no pintaron muy bien, La Tribu,
Los Brillos, Los Clicks y El Amor fueron los grupos más populares, y existía la queja de falta de trabajo en esa ciudad, ya
que sólamente se podía tocar los domingos en tertulias y ocasionalmente los sábados en bailes.
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Rock en Hermosillo, Sonora
Hay tanto de qué platicar de esa década; los grupos ya estaban mejor equipados, nuevos amplificadores
como Rustom, Marshall, Ampeg, Acoustic con nueva tecnología; las guitarras Gibson, Gretsch, Epiphone, Rickenbaker, nuevos
efectos de sonido; el órgano y el piano eléctrico formaron parte básica en los conjuntos; sale a la venta Moog y el sintetizador.
Todos estos avances en la tecnología enriquecieron el sonido. Además los músicos tenían
más experiencia, pues ya algunos sumaban años de camino recorrido, haciendo que los grupos se escucharan más en serio.
A
principios de los setenta hubo un gran movimiento musical en Hermosillo con grupos de rock como La Proyección, La Marina,
La Fusión, Interrogación, todavía seguían Los Hooper, Los Cheyenes y Los Flippers, de los más importantes. Pero sin duda el
mejor fue La Fusión. El fundador y cerebro de La Fusión fue el gran guitarrista de rock y director musical Arnoldo Amézquita,
con su experiencia de años tocando con los mejores grupos, tanto a nivel local como en Tijuana y el Distrito Federal.
Hubo diferentes etapas en el grupo, con diferentes músicos. Al principio se fusionó con Lalo
Orduño, excelente bajista; Ricardo El Pájaro, de los mejores bateristas y por supuesto, Arnoldo en el requinto y voz, ganando
así un concurso celebrado en el Auditorio Cívico, por haber hecho la mejor versión al tema In agada da vida del grupo Iron
Butterfly. En ese concurso participaron además de La Fusión, Los Hoppers, Los Flippers y otro grupo más.
Hablar de La Fusión es hablar del mejor grupo de rock en el noroeste en la época de los setenta;
poco tiempo después salieron de sus filas Lalo Orduño y El Pájaro, entrando a tocar el bajo el Nachito Hernández recién llegado
de Tijuana. En la batería entra Rodolfo Ambriz, el cual estuvo corto tiempo, para que hiciera
su aparición el baterista que más tiempo duró, me refiero a René García, muy aplicado y con una forma de pegarle al pedal
del bombo con mucha onda. Casi al mismo tiempo entró a cantar Fito Bojórquez, y enseguida se integró con el órgano Ernesto
Neto Pablos, quien acababa de terminar con Los Pulpos en el Distrito Federal, recuerdo que se compró un Yamaha y así empezó
una muy buena época para el grupo, ya más completo.
La Fusión tocó en los mejores bailes y fiestas, no había eventos especiales en donde no estuviera,
ya fuera en los famosos bailes rancheros en las canchas de la Unison, bien alternando con Los Cadetes de Nogales o en el baile
Blanco y Negro en palacio; en el Casino de Hermosillo, en La Muralla, por supuesto en los bailes populares como en Los Pingüinos,
el Flamingo y el Xochimilco.
Hubo un tiempo en que se incluyó al grupo trombón, saxofón y trompeta, pues andaban pegando
las bandas como Chicago, por nombrar a una. Esta fue otra etapa, siempre tratando de estar al día. En 1972 salió un contrato
para Tijuana, en el mejor lugar de música, el New Mikes, era por un mes como prueba, prolongándose a casi un año, algo determinante
para cambiar de estilo musical y pasar del rock al funk, pues eso era lo que se tocaba allí.
Tizoc, un sueño incompleto
Para cerrar con broche de oro sería imperdonable omitir a un grupazo que se formó en 1976, que
a pesar del corto tiempo que duró causó grata impresión entre el público ávido de la buena música: nos referimos a Tizoc.
Esta agrupación nació de la idea de dos buenos amigos: Ignacio Nachito Hernández y Arnulfo
Miranda Obregón. El primero con la ilusión de formar su grupo y su gran amigo Arnulfo de apoyarlo con el equipo musical para
después abrir un propio centro de baile y que más adelante sería el Mixcoacalli
Tres ex integrantes del legendario grupo de rock La Fusión constituyeron las bases: Mario Castro
con su guitarra; René García en la batería y el Nachito Hernández, su servidor, con el bajo, voz y dirección musical, Paco
Aguilera, gran tecladista recién llegado de Toluca, quien venía acompañando el show de Maximiliano, cantante y compositor
argentino, quien se presentaba en La Reja del motel Valle Grande. Agustín Gutiérrez, estupendo saxofonista local, con gran
trayectoria dentro de las mejores orquestas, entró a formar parte de esta nueva organización.
El debut fue en La Reja del hotel Valle Grande, alternando con el grupo Asturias, magníficos
músicos. Ahí se hizo una corta temporada suficiente para darnos a conocer, siendo aceptado con gusto. Salió un contrato para
el Casino de Hermosillo, en un baile alternando con la fabulosa orquesta de Manuelito García. Así empezó una buena temporada,
alternándola con bailes en salones populares como el Xochimilco, Flamingo y Los Pingüinos. Ya
para entonces había entrado a cantar Víctor Manuel Gaspar. Además hubo cambios en el grupo, salió Paco Aguilera con su forma
tan elegante de manejar la armonía en los teclados, para que en su lugar entrara el Temo Ruelas, acabado de llegar de Los
Ángeles, California. Pero más adelante el grupo se deshizo.
La razón es que cayó como balde de agua fría para los músicos la llegada a finales de los 70'
de la onda disco. En los lugares en donde había música en vivo pusieron la nueva moda ridícula de girar canciones grabadas
y despedir a los grupos. Aquí empezó una gran desbandada de músicos, tronando muchos grupos pues se acabaron las fuentes de
trabajo, muchos buenos colegas se retiraron, otros que seguimos tuvimos que cambiar de género musical y tocar en uno o cuando
mucho dos restaurantes y bares; después de la disco siguió la onda norteña; la cumbia de lo más chafa y ahora, la banda. Esto
ha sido un degenere musical.
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