Y después siguió la época de los hoyos fonkys, en los locales llamados Siempre lo mismo, El
Herradero, Salón Chicago, Petunias, etcétera, donde Paco Gruexxo y Three Souls in my Mind, fueron los ganadores. Eran locales simplemente infectos, donde la violencia estaba siempre latente, ya sea por los mismos parroquianos
o por la autoridad, la tira, los policías. No reunían las mínimas condiciones de seguridad, higiene y acústica para
albergar gente deseosa de escuchar música decentemente. Algunos de los que manejaban esos
locales, tenían relaciones inconfesables con las autoridades en turno, para poder medrar a costa de los jóvenes que únicamente
deseaban escuchar rock mexicano, hecho por jóvenes mexicanos.Probablemente el mayor hoyo fueron las "islas" de Ciudad Universitaria
(localizadas en el jardín central), donde se llevaron a cabo conciertos donde la droga circulaba a mares. Era impresionante
la nube de humo, per lo era más ver a jóvenes con la cara embarrada de cemento, los precursores de los chemos.
El nombre de hoyos fonkys o funkys, fue inventado por Parménides García Saldaña, autor de varios
libros que describían el panorama de la onda. entre los libros tenemos La ruta de la onda, Pasto verde y El rey
criollo, obras que junto las de José Agustín (La tumba, De perfil), Gustavo Sainz (Gazapo) y una buena cantidad
de escritores, presentaron un panorama de lo que era la juventud de ese entonces. Por fortuna los escritores pudieron desarrollar
y expresar lo que diariamente vivían los jóvenes de algunas partes de nuestro país. Y no solamente fueron los escritores,
sino poetas, cineastas, actores y directores de teatro, cine y televisión; bailarines, artistas plásticos, mimos y músicos
que venían desarrollándose desde la década de los sesenta.
También sufrieron persecuciones muchos de ellos, como es el caso de la prohibición de la obra
Hair en Acapulco, la confiscación por parte de la Secretaría de Gobernación de las grabaciones de Pop Music Team, el
apropiamiento de cintas de El Epílogo por parte de CBS y no pocas censuras a los bienes culturales que producían. Un
buen recuento de lo anterior, lo tenemos en el libro sobre la contracultura, escrito por José Agustín.
Muchos grupos resistieron en esos locales, pero los malos tratos, los bajos sueldos, la falta
de pago, el "agandalle" y el asalto hicieron desistir a muchos, que eran músicos pero no masoquistas. El público era en términos
generales de bajos ingresos y los insultos y las mentadas de madre, eran moneda corriente entre los músicos y el "respetable"
público. El Three Souls in my Mind supo explotar ese nuevo estado de cosas y hasta la fecha lo sigue haciendo, y lo que es
peor, la gente se siente feliz con las mentadas a su progenitora.
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